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Una aldea con bienes suntuosos


Durante la segunda Edad del Hierro ( s.V a. C.- s.III d. C) los habitantes de los castros dominaban las técnicas para la fundición y transformación de metales, fundamentalmente el hierro. Una piedra de forja, un fragmento de barquín, así como otras herramientas de fundidor son algunas de las evidencias del trabajo metalúrgico por parte de unos pocos artesanos de Troña especializados en este oficio. También en una de las cabañas ovaladas excavadas por Cuevillas y Pericot entre 1927 y 1930 se encontraron múltiples escorias de fundición de hierro y unas tenazas de herrero que los llevaron a pensar que esta actividad artesanal debió ser de mucha importancia durante el tiempo en el que la aldea estuvo ocupada.
Pero en los castros también trabajaron metales preciosos como el oro y la plata, sobre todo en las aldeas fortificadas del norte de la Gallaecia, donde se fundieron objetos metálicos suntuosos de mucha calidad técnica (machados ceremoniales, torques, brazaletes, fíbulas), los más de ellos joyas masculinas. Estas alhajas permitían a los varones adquirir grandes cuotas de poder y control social, ya fuere dentro de las familias como en el conjunto de la aldea.



Un lingote áureo

En este sector del poblado también se documentó un lingote de amalgama aurífero de 435 gramos que, probablemente, evidencia el trabajo de orfebres en esta aldea prehistórica. Esta tarta de oro fue encontrada en la campaña del año 1989 bajo un enlosado datado a finales del siglo I la. C. y constituye una evidencia de la explotación de yacimientos de oro a cargo de la cultura de los castros antes de la romanización. Hasta ahora Troña es uno de los cinco castros galaicos en los que se encontraron este tipo de tortas.

Un fragmento de torques


En la campaña arqueológica del verano de 1991 se descubrió en este sector del castro un fragmento de un collar rígido o torques parcialmente fundido en oro. No es una pieza completa, sino un módulo central de un astil que se documentó en el exterior de una agrupación de estructuras de carácter doméstico datadas en el siglo I a. C. Esta pieza suntuaria apareció en un nivel de relleno junto a cerámicas indígenas decoradas.

Se trata de una varita maciza fundida en un metal por determinar posiblemente plata o plomo) de sección casi circular que se presenta cubierto por láminas de oro. Los torques eran joyas masculinas que lucían los guerreros en su cuello. Estas joyas son más frecuentes en los castros del norte de Galicia y Asturias que en el sur. Este de Troña es de estilo ártabro, un territorio que engloba las rías de Ferrol, Betanzos y O Burgo, y evidencia que, en el momento en el que fue escondido, era considerado como una tesaurización, es decir, un recurso económico pleno, no cultural.