En los castros litorales, pero también en los situados en el interior de los valles fluviales, se documentaron evidencias materiales de la práctica de la pesca por parte de los galaicos.
Restos de espinas de pescados, anzuelos metálicos y pesas de red demuestran que la pesca formaba parte de la dieta habitual de sus habitantes.
En Troña se encontraron un buen número de pesas tajadas que se utilizaron, probablemente, como cómo pesas de red o zarpazos para la pesca en el río Tea. También pudieron emplearse como pesas de telar en el contexto de la realización de artesanías domésticas, aunque la aparición de pondus o pesas de telar de barro cocido haría menos verosímil esta interpretación. Se trata de pequeños cuantos de granito o cuarcita de forma alargada (entre 6 y 8 cm) que se dolaron manualmente a media altura, fundamentalmente en los lados menores, el fin de favorecer el atado de cuerdas realizadas a partir de plantas como el cáñamo o el esparto.