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Troña se sitúa en el corazón del valle del río Tea, afluente por la derecha del Miño, una zona de penetración de productos de origen mediterráneo hacia el interior.

Ocupado de forma ininterrumpida entre el siglo VI antes de Cristo y el siglo I de nuestra Era, el castro se especializó en la explotación de recursos primarios (campo, ganado y pesca), pero también en la minería del hierro, material en el que los herreros funden por vez primera la mayor parte de las herramientas y de las armas de los galaicos. La explotación del oro y del estaño que, en este territorio, tenía lugar en las riberas de los ríos, completaba la economía de este pueblo prerromano.

En este castro, situado a 13 km lineales de la Ría de Vigo, se documentaron fragmentos de ánforas prerromanas, cuentas de pasta vítrea y cerámica pintada que podría ser ibérica, lo que evidencia que los galaicos que habitaban el valle del Tea tuvieron contactos comerciales con otros castros de la región, pero también con los pueblos peninsulares y mediterráneos vía marítima.